El gran impacto de la COVID-19 en la atención sanitaria ha alterado la naturaleza misma de los sistemas de salud en todo el mundo. Pero, ¿qué está cambiando?
En primer lugar, el crecimiento acelerado de algunas tendencias que ya existían -como la telemedicina y los modelos basados en datos- ha hecho que el ecosistema de atención médica del mañana llegue a nosotros antes de lo esperado.
Además, la pandemia ha reescrito las reglas y ha puesto de relieve la relación directa entre la salud pública y la economía, modificando el ADN de la industria sanitaria en todo el mundo.
Un panorama que acentúa la importancia de la conocida como Nueva Economía de la Salud. Este término hace referencia al uso óptimo y eficiente de los recursos sanitarios en un nuevo ecosistema -marcado por las tecnologías digitales, la interconexión, la innovación, la prevención y el bienestar-. Nuestro informe Accelerating the health economy of tomorrow, destaca cómo todas las organizaciones que componen la industria sanitaria deberán adaptarse a este ecosistema y desarrollar una nueva identidad estratégica para el futuro.
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La crisis provocada por la epidemia elevará el consumo sanitario a una nueva dimensión y cambiará la forma en la que las personas interactúan con los sistemas sanitarios. La potencia de la prestación de la atención sanitaria virtual, combinada con la aparición de las plataformas digitales acelerará la demanda, por parte de los consumidores, de unos servicios sanitarios más cómodos y adaptados a los ciudadanos.
La epidemia bloqueó el acceso de los ciudadanos a los servicios de salud, aumentando exponencialmente las consultas médicas a través de vídeo. Servicios que hasta ahora eran presenciales, se han trasladado al mundo digital. ¿Cómo será el futuro?
Desde sus inicios, la pandemia puso sobre la mesa uno de los mayores desafíos para los sistemas de salud de todo el mundo: ser capaces de recoger los datos sanitarios en tiempo real y de analizarlos para la toma de decisiones. Desde entonces, empresas, gobiernos, universidades y organizaciones independientes han respondido a toda velocidad. ¿Cómo será el futuro?
La COVID-19 ha revelado un talón de Aquiles de la Nueva Economía de la Salud: las redes globales de movimientos de medicamentos, de proveedores de material y tecnología médica y de innovación. La dependencia de las cadenas de suministro sanitarias de centros de producción repartidos por el mundo, ha resultado ser un problema para acometer la epidemia y, en muchos países, ha sido necesario un nivel sin precedentes de colaboración pública y privada para intentar subsanarlo. La industria de la investigación farmacéutica está ante el reto de crear cadenas de suministro más fuertes, ágiles y resistentes. ¿Cómo será el futuro?
El 80% de la salud de una persona está directamente relacionado con factores socioeconómicos, medioambientales y de comportamiento, que se encuentran fuera del terreno tradicional de la sanidad. La pandemia y sus efectos económicos han empeorado los determinantes de la salud más comunes, potenciando el estrés, la inseguridad, la falta de actividad física o de una alimentación equilibrada. A ellos se han unido otros, como el aislamiento o la soledad, provocando problemas de salud mental. ¿Cómo será el futuro?