El año 2024 podría ser un ejercicio marcado por el enfriamiento de la economía española. La pérdida de fuelle de la demanda interna y de las exportaciones estarían detrás de esta desaceleración de la actividad, que cerraría el año con un crecimiento del 1,6%. Así lo pronostica el Consenso Económico y Empresarial, correspondiente al cuarto trimestre del año, que elabora PwC desde 1999, a partir de la opinión de un panel de 450 expertos, empresarios y directivos. El informe está dedicado, en esta ocasión, a analizar cuál debería ser el futuro modelo energético para España y Europa.
El Consenso refleja un deterioro de la opinión de los panelistas sobre la coyuntura económica ahora y en los próximos trimestres. Caen casi veinte puntos respecto a nuestro informe de junio pasado -del 50,5% al 32,6%-, los encuestados que califican como buena la situación actual, y suben en una proporción casi idéntica -hasta el 61,2%-, los que la consideran regular. Cuando preguntamos sobre cómo evolucionará la actividad dentro de un año, una mayoría del 53,1% prevé que vaya a peor. Todo ello se concreta en una previsión de crecimiento de la economía española del 2,1% para 2023, y del 1,6% para 2024, tres décimas menos que en nuestro estudio anterior.
De forma mayoritaria (76,3%) los expertos, empresarios y directivos justifican este freno en que la demanda esperada no va a ser suficiente para incrementar la producción. Las familias van a moderar su consumo en los próximos seis meses -así lo estima el 42,4%-, pero el parón más significativo lo va a experimentar la compra de vivienda, que va a disminuir, según el 74,7% de los encuestados.
Por parte de las empresas, el factor determinante será el impacto que tendrá en la actividad el deterioro de nuestros principales mercados exteriores en las exportaciones. Crece en diez puntos, hasta el 53,1% los encuestados que dicen que la situación económica y financiera de las compañías es regular, y sube, desde el 13,7% al 46,5%, los que creen que las perspectivas de los mercados exteriores son desfavorables.
Este sentimiento se traduce en un desplazamiento de la opinión de los encuestados hacia posiciones menos optimistas que hace unos meses sobre la evolución de la inversión productiva, la exportación y la creación de empleo. El 43,4% asegura que la inversión productiva va a disminuir en los próximos seis meses, el 37,4% dice lo mismo acerca de las exportaciones, y el 55,6% espera un freno en la creación de empleo.
Otro aspecto que afectará a la evolución de la economía en 2024 será la evolución de los tipos de interés. La mayoría de los encuestados prevén que se mantengan en el 4,5% en junio del año que viene. Sin embargo, en diciembre de 2024, el 53,6% cree que el precio del dinero podría estar entre el 3,5% y el 4%. Respecto a la inflación, los encuestados esperan que se mueva de forma paralela a los tipos de interés, y sólo anticipan cambios para diciembre del próximo año, cuando podría estar entre el 2,5% y el 3%.
En resumen, los panelistas adelantan un escenario de suave desaceleración para 2024. La duda que queda en el aire es si la economía española se encuentra ante un punto de inflexión o ante un bache suave y pasajero.
El Consenso Económico y Empresarial, correspondiente al cuarto trimestre de 2024, está dedicado a conocer la opinión de los expertos, empresarios y directivos sobre cuál debe ser el futuro modelo energético para España y para Europa.
Los panelistas que conforman el Consenso se muestran de acuerdo con el empeño de la Unión Europea para impulsar la transición hacia una economía baja en emisiones de carbono y la lucha contra el cambio climático. Solo el 6,9% cree que los objetivos de reducción de emisiones de la UE “no tienen sentido porque no está demostrado que el cambio climático esté relacionado con la quema de combustibles fósiles”.
Otra cuestión es si los objetivos marcados son demasiado ambiciosos y el ritmo de descarbonización es el adecuado. El 40,2% de los entrevistados creen que son difíciles de lograr, pero que se conseguirán con grandes sacrificios y un 37,2% dicen que supondrán un gran golpe para la industria europea y se modificarán.
Probablemente, la idea que mejor se ajusta a la realidad es la que refrenda el 52,9% de los encuestados que se muestran partidarios de asumir los objetivos de descarbonización pero piden a las autoridades comunitarias plazos más largos y realistas para poder adaptar la industria y la tecnología.
El informe aborda los efectos que pueden tener las guerras en Ucrania y en Oriente Medio sobre la conciencia ecológica. La respuesta con más seguidores ha sido que sí acelerará esta preocupación porque “se ha demostrado el alto precio que paga Europa por su vulnerabilidad energética frente a Rusia o los países árabes”, con un 41,2% de los apoyos. Pocos, solo un 14,7% apuntan que una vez que se resuelvan los conflictos, la tendencia será continuar con los combustibles fósiles, “que son más baratos”.
El Consenso plantea si tiene sentido mantener las ayudas públicas vinculadas a los combustibles fósiles -que en 2022 ascendieron a 6,5 billones de euros, según el FMI-, mientras también se subvenciona a las renovables. Casi el 50% dice que sería lógico que ese dinero se destinara a la investigación y promoción de energías verdes. Y también son mayoría los que apuntan que “no tiene sentido fomentar estos combustibles a la vez que se trata de reducir las emisiones”.
En cuanto al debate nuclear, la división de opiniones domina las respuestas sobre si se debe favorecer o no (31% en contra y 26% a favor). Eso sí, un 48% está de acuerdo con el criterio de la Comisión Europea de considerarla como energía no contaminante porque apenas produce emisiones de dióxido de carbono durante su producción, solo un 31% muestra su disconformidad con esta afirmación.
Finalmente, los expertos, directivos y empresarios (53,9%) se muestran orgullosos de que España se sitúe a la cabeza mundial de las energías renovables y casi la mitad cree que será un legado para las nuevas generaciones. También coinciden en señalar que las empresas están tomando medidas en materia de sostenibilidad, aunque creen que todavía el greenwashing es frecuente y piden a los reguladores que sean más claros en su normativa.
Fernando Natera, head of External Communication
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