La poca madurez en la cultura de ciberseguridad de las compañías en España es una de las principales conclusiones del Informe del estado de cultura de ciberseguridad en el entorno empresarial, elaborado por PwC. El estudio, realizado a 50 compañías en el ámbito nacional -a través de entrevistas a expertos, encuestas a responsables de ciberseguridad e investigación-, tiene como finalidad dar respuesta al paradigma actual de la cultura de ciberseguridad dentro de las empresas.
Hasta ahora las empresas y organizaciones habían dirigido sus acciones y esfuerzos a la concienciación en seguridad; sin embargo, ésta se ha quedado atrás en cuanto las necesidades de seguridad que reclama la realidad actual de riesgos y amenazas.
De acuerdo con instituciones de referencia en el ámbito de la ciberseguridad como ENISA, la cultura de la ciberseguridad de las organizaciones se refiere a los conocimientos, hábitos, percepciones, actitudes, normas y valores de las personas en relación con la seguridad cibernética y la forma en que se manifiestan en el comportamiento de las personas con las tecnologías de la información.
Nuestro informe analiza el nivel de cultura medio de ciberseguridad que existe actualmente en las empresas en España desde diferentes perspectivas, y lo cuantifica en 2,8 puntos sobre un rango de valores de 1 a 5, lo que implica que existe un margen de mejora importante en la cultura de ciberseguridad actual.
Las compañías que disponen de un mayor nivel de cultura en ciberseguridad son aquellas con más de 10.000 empleados -debido a que cuentan con una mayor cantidad de recursos y mayor grado de exposición a los riesgos y amenazas derivados del factor humano-; con un mayor nivel de ingresos (más de 5.000 millones de euros) -tanto por el control del cumplimiento de la legislación, los estándares en los que se certifican, así como por los procesos internos seguramente más estrictos-, así como aquellas ubicadas tanto en Cataluña como en Madrid.
No existe una cultura en ciberseguridad dentro de la empresa. Los empleados no son conscientes de que son objetivo de ciberataques ni de que sus acciones tienen un impacto directo en la seguridad de la organización. Son potenciales víctimas de fraudes cibernéticos y representan un vector de entrada real de ciberataques. No conocen ni entienden las políticas de seguridad de la organización.
Existe una cierta cultura de ciberseguridad donde se ha realizado un primer acercamiento a la concienciación. Se han realizado acciones aisladas de formación y concienciación, pero el programa está diseñado principalmente para cumplir con los requisitos específicos de cumplimiento o auditoría. La capacitación se limita a una base anual o ad hoc. Los empleados no están seguros de las políticas de seguridad de la organización y/o su papel en la protección de los activos de información de su organización.
Hay un plan y una estrategia de concienciación y capacitación en seguridad en los que se identifican grupos y temáticas específicas. La organización sabe identificar los temas con mayor necesidad e impacto para el objetivo de seguridad y se centra en estos elementos clave. El programa de formación va más allá de la formación anual e incluye refuerzo a lo largo del año. El contenido se comunica, o al menos se pretende comunicar, de una manera atractiva y positiva que fomenta el cambio de comportamiento en el trabajo y en el hogar. Como resultado, la gente entiende y sigue las políticas de seguridad de la organización y reconoce, previene y reporta activamente los incidentes de seguridad.
El programa cuenta con los procesos, recursos y apoyo de la Alta Dirección necesarios para un ciclo de vida a largo plazo, incluyendo (como mínimo) una revisión y actualización anual del programa. Como resultado, el programa es una parte establecida de la cultura de la organización y es actual y atractivo. El programa ha ido más allá de cambiar el comportamiento y está cambiando las creencias, actitudes y percepciones de seguridad de las personas.
El programa tiene un marco sólido de métricas alineado con la misión de la organización de hacer seguimiento del progreso y medir el impacto. Como resultado, el programa está mejorando continuamente y es capaz de demostrar el retorno de la inversión. Esta etapa no implica que las métricas no sean parte de cada etapa (que lo son). Esta etapa refuerza que, para tener un programa verdaderamente maduro, se deben tener métricas para demostrar el éxito.
Nuestro informe analiza el nivel actual de las empresas españolas en cuatro ámbitos:
Una cultura de ciberseguridad en las empresas ayuda a hacer entender que las recomendaciones de seguridad de la información son una parte integral del trabajo, los hábitos y la conducta de los empleados.
“La formación y concienciación en ciberseguridad es un ámbito en el que muchas compañías todavía no han puesto el suficiente foco. Es recomendable aumentar la prioridad de estas acciones entre los empleados, ya que muchos de los incidentes que se producen en la actualidad logran un alto impacto debido a la falta de cultura de ciberseguridad. En general, dedicar más recursos a esta materia genera un retorno para las empresas -en términos de gestión del riesgo tecnológico- muy relevante, con independencia de su tamaño o del sector al que pertenezcan”.