Si hablamos del objetivo global de reducir el calentamiento mundial en dos grados en 2030, el desafío es todavía mayor: con una tasa de descarbonización del 7,5% anual tendríamos una probabilidad de dos tercios de alcanzar la meta de los -2ºC. Para hacernos una idea de lo que supone esto, sólo un par de ejemplos. En los años 80, cuando Francia acometió su apuesta por la energía nuclear, el ritmo de descarbonización de su economía fue del 4% al año. En EE.UU., más recientemente, la revolución del shale gas supuso una descarbonización del 3% anual.
En 2019, un grupo de países ha revisado sus objetivos de reducción. El Reino Unido se ha comprometido con convertirse con una economía con cero emisiones (netas) en 2050 y la Unión Europea está empezando a dar señales de que irá por el mismo camino. Sin embargo, cada año que pasa, la posibilidad de cumplir con los Acuerdos de París se complica.