El poco peso relativo de la industria en la economía española, junto con la atomización de las empresas, la escasa oferta de profesionales STEM y una baja cultura de la movilidad compartida, se constituyen como algunas de las principales debilidades de España para afrontar este reto. Y los fondos europeos suponen una oportunidad única para financiar y ejecutar las inversiones necesarias para materializar, en el corto plazo, la España 5.0.
La puesta en marcha de este conjunto de iniciativas tendría un notable efecto económico y social. De acuerdo con las estimaciones incluidas en el informe, el impacto de la digitalización en la industria y en las infraestructuras podría representar el 0,11% del PIB español en 2025 y el 0,36% en 2030, alrededor de 1.300 y 4.500 millones de euros, respectivamente, y aumentaría la participación de la industria del 16% actual a casi el 18% de la renta nacional a finales de la próxima década. De este impacto, más del 70% corresponde a las infraestructuras inteligentes. Estas son algunas de las líneas de actuación que se resaltan en el documento: